Mujeres en las Guerras de Independencia
Mujeres de todos los sectores sociales y étnicos participaron de frecuentes y distintas maneras en el proceso de la independencia. En los momentos clave no fueron una ni dos mujeres sino un colectivo de ellas las que participaron e hicieron posible los históricos cambios sociales. La historia suele registrar solamente a algunas mujeres extraordinarias, presentadas como “espejo de varones sobresalientes”, pero en la realidad fueron muchas y diversas las mujeres que participaron. Fueron guerreras, espías, mediadoras, enfermeras, encargadas de logística, etc. es decir, cumplieron múltiples papeles en las luchas emancipatorias. Hubo una participación sobresaliente de la mujer del pueblo, aunque generalmente la historia oficial solamente ha destacado a las más conspicuas mujeres de la clase dominante. Las indígenas, negras y mestizas contribuyeron, junto a los hombres de avanzada de aquel tiempo, al triunfo de la revolución por la independencia: marcharon a la par del hombre por derriscaderos, sierras, vados y cañones.
Nuestra independencia contó con el aporte decisivo de cientos de mujeres que dentro y fuera de las filas del ejército apoyaron la construcción del proyecto libertario patriota. Junto con los combatientes avanzaron las voluntarias, que fueron soldadas, enfermeras, aguateras, cocineras. La participación de las mujeres en las guerras independentistas estuvo –en la mayoría de los casos- ligada al apoyo a familiares, las mujeres del pueblo partían a la guerra con sus compañeros, cargando sus hijos, sus ollas, sus ropas y las pocas pertenencias del hogar. Estas camaradas de batalla, determinantes en un momento dado, no sólo no fueron valoradas, sino que no fueron registradas e incorporadas a la historia, fueron invisibles y aún siguen así. Avanzadoras, troperas, soldaderas, rabonas, vivanderas, juanas, fueron inseparables de los ejércitos y el mejor sostén con que podía contar el campesino soldado. Fueron multitud de mujeres del pueblo anónimas y olvidadas, sus nombres desaparecieron a medida que las batallas avanzaban. A la retaguardia de todos los ejércitos iban las mujeres. Quedan unas pocas en la memoria a pesar de que fueron legiones.
Este olvido histórico tiene relación, por un lado con el papel subordinado y la discriminación del conjunto de las mujeres en la sociedad, y por otro con la negación del colectivo de ellas, constituido por mujeres del pueblo pobre, quienes hicieron posible los históricos cambios sociales. Los historiadores oficiales desaparecieron la lucha del pueblo y, dentro de esa lucha, especialmente la de las mujeres, casi nada se sabe de la participación de las mujeres en la lucha independentista como conjunto de masas. Faltan relatos, faltan anécdotas y descripciones que las visibilicen y las muestren como sujetas de la historia y las transformaciones.
Cumplían las troperas muchas funciones:
· Guerreras: en el momento necesario ellas cargaban el fusil y salían a pelear, Las hubo que pusieron sus pechos desnudos ante el pelotón de fusilamiento para salvar a sus hombres, hasta tuvieron sus hijos en lo peor de los combates.
· Cocineras y Aguateras: Llegaban a los pueblos y encendían los fuegos. Entre el humo y el fuego de los combates se percibían sus borrosas siluetas andrajosas, emponchadas, llevando cántaros de agua para los agonizantes y fuentes de comida para los hambrientos.
· Enfermeras y Curanderas: ellas estuvieron en el nacimiento de las patrias americanas socorriendo heridos, ayudando a morir, sepultándolos y rezando por ellos, todas eran expertas en el uso de hierbas y tisanas.
Juana Ramirez La Avanzadora
Manuela Godoy, una santiagueña que estuvo en la batalla de Tucumán, dijo: "Aunque sea con agua y algún aliento a los hombres, algo se hace para ayudar a la patriada. Y si tengo que agarrar una bayoneta y ensartar godos, no soy lerda ni me voy a quedar atrás". Pocos nombres han quedado de estas mujeres bravas que acompañaron a las tropas patriotas, Cira Tremaría y Juana Ramírez La Avanzadora en Venezuela y su batallón de mujeres, las niñas de Ayohuma en Argentina, las heroínas de la Coronilla de Cochabamba en Bolivia.
Una contribución importante de las mujeres a la gesta independentista fue actuando como espías de los realistas, muy útiles para las emboscadas, averiguando todo lo que podían sobre las tropas. Tal es el caso de Policarpa Salavarrieta en Colombia, cuyas actividades estuvieron especialmente vinculadas con la guerrilla de los Llanos; recibía y mandaba mensajes, compraba material de guerra, convencía a jóvenes y les ayudaba a adherirse a los grupos patriotas. Experta en espionaje, Policarpa fue indispensable para la causa patriota. Las damas, las niñas, las mujeres de la servidumbre y las esclavas entablaban amistades y hasta amores con oficiales con el objetivo de obtener información para la causa patriota. Llevaban correos, servían de emisarias y proporcionaban albergue e información sobre los movimientos de las tropas realistas. Las mujeres constituyeron una temible red de espionaje y subversión que minó la organización del ejército realista.
Más conocidas y recordadas fueron las mujeres patriotas relacionadas o compañeras de los grandes héroes comandantes que comandaron tropas ellas mismas, algunos ejemplos son Francisca Zubiaga de Gamarra en Perú, en Venezuela Dominga Ortiz de Páez, primera enfermera de los campos de batalla, Josefa Camejo quien encabezó a un grupo de mujeres prestas a defender la ciudad de Barinas, Luisa Cáceres de Arismendi y por supuesto las excepcionales generalas (recién ascendidas en nuestro siglo): Manuela Sáenz y Juana Azurduy. Ambas de turbulenta vida, ambas apasionadamente comprometidas con la libertad de nuestra América, ambas combatientes y ambas muertas en el olvido, la soledad y la miseria. Contemporáneas indómitas fueron Manuela (1797-1856) y Juana (1780-1862), ambas se batieron en mil combates, participaron de manera enérgica en las cuestiones políticas de la América emancipada, tanto durante el proceso revolucionario como cuando se desataron las luchas intestinas, se concebían a sí mismas como patriotas y ciudadanas con responsabilidades.
Las mujeres de la clase acomodada criolla jugaron un papel importante en las luchas por la independencia, fomentando una socialidad en la que se debatían y defendían las ideas independentistas. En sus salones se reunieron los patriotas conspiradores, se destacan entre ellas la ecuatoriana Manuela Cañizares, en su casa se dio el primer grito de independencia; Mariquita Sánchez de Thompson en Argentina, en su casa se escuchó por primera vez el himno nacional. Francisca Javiera Carrera, hermana de José Miguel, el presidente de la Junta Chilena, fue una infatigable, consecuente y voluntariosa compañera de los ideales libertarios, tanto en los días de triunfo como en los de derrota transitoria. De ellas dice Carmen Clemente Travieso (1964): “Las mujeres de las clases altas, por su misma condición de señoras de la casa, que tenían algún barniz de cultura y seducción y por su belleza `triste y resignada`, tenían ocasiones de dejar oír su palabra, de dar su opinión.” Las matronas se ocuparon también como financistas de la causa independentista, se desprendieron de posesiones e hicieron colectas, además de su generosidad y fidelidad a la causa patriota, demostraron poder organizativo, capacidad y entereza”. (Patricia Protzel, 2009).
No olvidemos sin embargo, que a una amplia proporción de mujeres patriotas su adhesión a la causa independentista les costó la vida. A los hombres independentistas se les perseguía, torturaba y asesinaba en los campos de batalla y las cárceles, pero a las mujeres además se les humillaba, a muchas se les montó desnudas sobre un burro, cubiertas de miel y plumas, se les azotaba y exhibía en plaza pública. Así hicieron por ejemplo, con Ana María Campos en Maracaibo y Josefa Padrón en Valencia. A la crueldad se agregaba burla y exhibición, enfatizando así la convicción de las autoridades de que las mujeres revolucionarias eran comparables con las prostitutas y, en todo caso, inferiores a los hombres revolucionarios. Parejo al reconocimiento de la valentía y el aporte revolucionario de las mujeres, fue aumentando la brutalidad de las represalias.
Las mujeres condujeron y participaron en acciones de guerra, discutieron estrategias y asumieron consecuencias como la tortura y la muerte. En las luchas por la independencia se rompió con los cánones de la organización social de género de la época, abrazaron la causa de la libertad y por ese lapso extraordinario, la igualdad entre mujeres y hombres pareció ser posible. Pero terminadas las batallas el dominio masculino volvió a imponerse. Las mujeres tuvieron más libertad y protagonismo en la Independencia que en la Colonia, pero cuando la gesta se acabó, temerosos de su avance en la vida pública, los hombres las devolvieron a las casas y se volvió a imponer la tradición de la mujer callada y sumisa al varón, encerrada en lo doméstico y alejada de los ámbitos del poder.
Perspectivas sobre la participación de las mujeres
En octubre de 1811, veintiuna mujeres de la provincia de Barinas, en Venezuela, enviaron una petición al gobernador, con el título: "Representación que hace el bello sexo al gobierno de Barinas", publicado en Gaceta de Caracas, 5 de noviembre de 1811. En este documento se ponían a la orden para la defensa de Barinas, sin ningún temor los horrores de la guerra. Textualmente decían:
“No ignoran que V.E., atendida la debilidad de nuestro sexo, acaso ha procurado eximirnos de las fatigas militares: pero sabe muy bien V.E. que el amor a la patria vivifica a entes más desnaturalizados y no hay obstáculos por insuperables que no venza. Nosotras, revestidas de un carácter firme y apartando a un lado la flaqueza que se nos atribuye, conocemos en el día los peligros a que está expuesto el país; él nos llama a su socorro y sería una ingratitud negarle unas vidas que sostiene. El sexo femenino, Señor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del cañón no hará más que alentarle: su fuego encenderá el deseo de su libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo Patrio”
La proclama insurge contra los estereotipos atribuidos a las mujeres, y reclama una participación generosamente igualitaria en el dolor del combate, como en la realidad ignorada por la historia oficial efectivamente ocurrió. No lo comprendió así el Gobernador Pumar, en su respuesta, les recuerda que las decisiones sobre la participación de las mujeres las tomará él de acuerdo a las consideraciones sobre dónde son más útiles las mujeres.
Bolívar reconoció claramente la participación de las mujeres en las guerras de independencia, aunque romantizándolas a la usanza de la época. Dijo:
Vencedores de Carache, sabed que el pueblo que vienen a rescatar es tan digno de vuestros heroicos sacrificios, que todo él está lidiando por la libertad o padeciendo por ella; hasta el sexo bello, las delicias del género humano, nuestras amazonas han combatido contra los tiranos de San Carlos, con un valor divino aunque sin éxito. Los monstruos y tigres de España han colmado la medida de la cobardía de su nación, han dirigido las infames armas contra los cándidos y femeninos pechos de nuestras beldades, han derramado su sangre; han hecho expirar a muchas de ellas, y las han cargado de cadenas, porque concibieron el sublime designio de libertad a su adorada patria. ¡Las mujeres, sí soldados, las mujeres del país que estáis pisando combaten contra los opresores, y nos disputan la gloria de vencerlos! todo hombre será soldado, puesto que las mujeres se han convertido en guerreras, y cada soldado será un héroe por salvar pueblos que prefieren la libertad a la vida. (Proclama a los soldados del Ejército Libertador de Venezuela, Cuartel General de Trujillo 22 de junio de 1813).
Las aguerridas mujeres son puestas como ejemplo, y como acicate para los soldados.
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